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lunes, 9 de junio de 2014

LA CAÍDA DE DUNDEE. (XXII). HOJAS DE PERSONAJES. ANTÓNIMUS Y HORACIO.


Soy de los que prefiere la construcción antes que el esquematismo tanto en la narración como en sus habitantes, los personajes. Con esto quiero decir que no me gusta aquellos actantes estereotipados que abundan en infinidad de obras, aunque sin embargo los utilizo siempre que juego a las reglas genéricas creativas, tanto literarias como cinematográficas (ya lo veréis en mis cortometrajes próximamente). Con La Caída de Dundee hay una mezcolanza de posturas, ya que por un lado estoy navegando por los meandros del pulp y todas su características genéricas (unión de géneros y subgéneros, fusión de caracteres y localizaciones subjetivas en mi mundo creativo que en alguna manera me han influido desde que tengo conocimiento de causa, etc, etc) pero por otro lado, quería darle un giro a ese propósito, sobre todo refiriéndome a los roles que iba a presentar en mi historia. Los arquetipos aparecieron nada más sugerirse la historia de Dundee, y la verdad es que me apoyé en  ellos sobre todo en el lado de los protagonistas "buenos". En cuanto a los enemigos, quería ser diferente. Me gustaba la idea de que reflejasen dudas y fueran, aunque fríos en sus decisiones, más humanos, aunque la verdad el componente "realista" empaña a cada personaje, o por lo menos eso era lo que intentaba. Volviendo a los antagonistas, en esta primera parte del mundo de MINVS, desde su aparición, siendo testigos de la catástrofe en primer plano, aparecen como profesionales. Son científicos y militares que han recibido una señal de socorro y van en su busca, o por lo menos esa es la sensación al principio. Los hombres del Convenio son seres marciales, belicosos y draconianamente pulcros en sus objetivos. Todo lo que se proponen, cualquier empresa que realicen es sometida al más mínimo escrutinio de realización y ejecutada con rapidez y limpieza, no tiene que quedar ní rastro o testigos de su labor. Y lo más importante su objetivo siempre será construido para un bien común, el del pueblo cupular. El Convenio es el órgano regente de las ciudades cúpulas, protege a sus ciudadanos y los juzga si es preciso para mantener la calma y paz entre las diferentes ciudades estado. Ahora bien, cuando un peligro de proporciones inconmensurable amenaza la estabilidad de todo el mundo cupular, el Convenio no dudará en utilizar todas sus armas para poder solucionarlo, en favor de ese bien común que es el pueblo y del que ellos forman parte. Aunque suene idealista esa fue la idea con la que se creó el primer Convenio regulador de las ciudades cúpulas pero claro, ha pasado mucho tiempo de eso y el virus de la corrupción, disfrazado de arrogancia, transformado en perjurio y malversación ha hecho que el Convenio se haya mutado en un grupo de poderosos, arribistas en sus propósitos y sobre todo intocables para el resto de la población. Se han convertido en unos auténticos Césares. Ahora bien existen entre ellos gente que ve con malos ojos esta intolerancia e independencia con respecto al pueblo, y la caída de Dundee será una oportunidad de oro para intentar desequilibrar la balanza de poder de un lado al otro.
Posiblemente el profesor Antónimus sea uno de los "malos" más transparente que he escrito hasta ahora. Sabemos prácticamente todo de él, cosa que desconocemos por ejemplo del piloto Lagasca o de Lepanto, o incluso Voyage. En varias partes de la novela casi nos metemos en su cabeza para explorar lo que piensa en ese momento. El cómo se enfrenta al motín de sus hombres o lo que ha hecho para conseguir el puesto donde ha estado y lo que tiene que hacer para mantenerlo, o incluso ascender en su brillante escalafón dentro de la estructura de poder que representa el Convenio son ejemplos bastante representativos. Por otra parte su compañero Horacio, es presentado más estereotipado, es el bufón de al lado. Se muestra más débil, menos seguro , siempre en comparación con su colega. Y es que la función comparativa es importante entre los dos. Ambos son personajes entrelazados de alguna manera porque forman pareja profesional e institucional, aunque Antónimus se muestre más tosco, duro en sus decisiones, algunas tremendamente insoportables de llevar, Horacio es más dócil, más sumiso quizás, aunque también posee algo valioso y es que lo que me propuse desde el principio es crear caracteres que siempre pueden escamotear la información al lector. En el caso de Horacio, aquello que esconde es de suma valía para el lector, ya que descubrirá muchas cosas sobre el objetivo de la misión de rescate del Convenio sobre Dundee, pero también juega con los tripulantes del Fortaleza, ya que piensa que puede utilizarlos como moneda de cambio para saber más  acerca de lo que está buscando. Y aquí sobresale lo interesante de la propuesta de la pareja.


Aunque bien podría ser un Mortadelo y Filemón del maestro Ibañez, o un Hernández y Fernández del maestro Herge, individualmente tiene misiones diferentes que perseguir.


Mientras el "malísimo" Antónimus quiere a toda costa saber dónde se encuentra el Fragmento y así salvar a la humanidad de su colapso, el profesor Horacio está más interesado en la cultura Seeker, que fueron los seres que guiaban al Convenio en su búsqueda del Fragmento hace muchos micraños atrás. Siempre he dicho, que en MINVS juego con las apariencias, lo que es verdad puede ser una mentira y la mentira, la propia realidad. Y eso también va relacionado con los intereses de los personajes, sean estos los protagónicos o sus antagónicos. Se nos abre un fascinante mundo de posibilidades que estamos arañando en estos momentos con La Caída de Dundee. Ya veremos...

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