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lunes, 21 de abril de 2014

PERCEPCIÓN CATÓDICA. LO RIDÍCULO.

Hemos estado un tiempo sin nuestra ración catódica, y si bien es cierto que hemos aprovechado ese vacío incluyendo un híbrido entre esta sección y Hoja Apergaminada, hacía casi dos meses que no escribíamos sobre nuestras series favoritas. Bien, hoy retomamos ese flujo serial para descubrir que quizás lo que esconda ese Warehouse 13 o la Serenity no es más que una cortina de humo, ridícula. Veámoslo.


Seguimos descubriendo secretos en nuestro almacén preferido pero ¿a qué precio? En el episodio titulado Breakdown, Mika, Pete y Claudia se alían para intentar que el propio Warehouse 13 no termine explotando mientras que Artie se encuentra en otro sitio, ¿otro espacio?, intentando saber por qué "los que mandan" le han citado. Regresamos a la estructura bipolar tan querida por los creadores de la serie. Por un lado intentar llegar al centro neuronal del almacén y por otro saber quién son los misteriosos Regentes. Dos espacios, dos momentos que posicionan a los personajes predispuestos a ejercitar sus funciones concretas. El trío a jugar a ser patosos y astutos al mismo tiempo y en el caso de Artie, a desentrañar un poquito más su pasado, es decir su relación con Macpherson. El primer bloque se compone de un elemento lúdico, el juego como motor que desplaza a la narración por los vericuetos y longevos espacios que conforman el almacén, incluyendo una visita a la zona más peligrosa del mismo, la Cámara de Seguridad, mientras que el segundo es más reposado, más enigmático. Donde en el primero la importancia es delegada en la acción, el segundo la recapacita.
El comienzo del capítulo empieza a darnos algunas claves de por dónde irá su desarrollo. Empezamos siendo testigos de un infantilismo atroz por parte de los dos investigadores, que roza el ridículo cuando comparan la fábula de la liebre y la tortuga con un pasatiempo. La actitud de Pete es sonrojante, sobre todo teniendo en cuenta el papel que representó en el capítulo anterior, Regrets. pero lo más sorprende es la aptitud de su compañera. Hasta ahora había sido el contrapunto perfecto a la tonterías de Pete pero Mika se verá atraído por ese quiebro denigrante, siendo su personaje engullido por la sinrazón de su compañero. En cuanto al personaje de Claudia corría peligro, dependiendo sobre qué lado de la balanza se iría a desplazar. Podría ser interesante, hurgando en su pasado, ya lo vimos y seguramente que la serie seguirá ese camino en un futuro, pero aquí se desplaza hacia su opuesto, lo insoportablemente sabelotodo.
Quizás nunca veamos al almacén tan ajetreado como en este episodio, o por lo menos en esta primera temporada, donde la acción se desparrama no creyéndola desde el primer momento. El despiste de la genialidad, en este caso, del personaje de Claudia abrirá este catálogo de incongruencias; desde esa aspiradora con autonomía hasta esa pelota de balón prisionero multiplicadora, pasando por la pintura encapsuladora o la máquina de escribir vampírica, todo forma un puzzle bufo. Ese es el peligro que corre lo ridículo, su número. Desde el principio de la serie lo inverosímil se fue gestando pero la característica ridícula multiplicada, lo expande a otras cotas de imbecilidad insostenible. El número de obstáculos a los que tienen que hacer frente los protagonistas es muy superior al del resto de episodios anteriores. Fugazmente irán pasando las pruebas de una manera consolera, pasando de nivel hasta llegar al jefe final.


En el segundo bloque y Artie como protagonista, la cosa es diferente. La acción se detiene en esa cafetería a modo de diner del medio oeste norteamericano, donde aparecerán los Regentes. Lo ridículo no tendrá cabida aquí. La explicación de uno de ellos a Artie de su figura sencilla y cotidiana nombrando a dignos mandatarios y líderes pasados obstaculiza el componente ridículo. Pero... ¿Quiénes son? ¿Qué es lo que quieren? Los verdaderos dueños del Warehouse 13 tienen miedo. Esa es la razón del encuentro. Parece que Macpherson es mucho más poderoso de lo que aparenta y eso, en vez de amilanar a Artie alimentará su decisión de derrotarle.



Se podría decir que la forma ridícula ha invadido la escena narrativa de Warehouse 13, o casi, y que en Firefly lo hace de una manera menos abrupta, otorgándole la responsabilidad a un actante. Lo ridículo penetra en el episodio de Objects in Space de la mano de Jubal Early (Richard Brooks). Es un cazarrecompensas enviado por la Alianza en busca de River. La situación dentro de la Serenity se vuelve insostenible para la fugitiva ya que sus juegos ilusorios se han transformado en algo peligrosos para los integrantes de la tripulación del capitán Mal, sobre todo cuando nos hace ver que tiene entre sus manos una rama de árbol y lo que realmente posee es una pistola. Es más, Kaylee les describe un momento vivido por ella y River acontecido en el capítuloanterior, donde la joven hizo alarde de una valentía absurda pero eficaz, salvando a la mecánica de la Serenity y a ella misma de una muerte segura. Por tanto el esquema está planificado. La inseguridad se establece en el carguero espacial de dos maneras; por un lado en la pérdida de confianza de los tripulantes sobre River y por otro, en la presencia ominosa de Jubal, que se aprovechará de esta debilidad para intentar capturar a su presa porque, si bien es cierto que a cada tripulante consigue reducirlo fácilmente, le será más complicado hacerlo con su objetivo. De la misma manera que él mismo ha estado espiando a toda la tripulación, será River quien utilice el mismo truco para derrotarlo. No existe estructura más ridícula que la del cazador cazado y es lo que vamos a contemplar. La presentación del personaje se hace a bordo de su nave, controlando y administrando la información para su uso. Lentamente se aproxima a la nave y sigiloso se introduce en la misma. ¿Cómo es posible que no haya sido detectado? Wash se extrañará de algo en la cabina pero no será suficiente, o quizás como Jubal es un auténtico profesional, todo vale. Un axioma que habría que colocárselo al guionista también. No obstante siempre hay excepciones y Mal es una de ellas. Es el único en darse cuenta de la presencia del cazarrecompensas pero no podrá hacer nada frente a la pericia combativa del mismo; si bien es cierto que muestra una cierta resistencia, no llegará a hacerle frente. Otro amigo del ridículo es el componente sorpresivo, si Mal se hubiese enterado antes quizás las cosas habrían cambiado y el episodio trasformado. Toda la estructura narrativa del comienzo pende de esa sorpresa. El mecanicismo con el que se enfrenta a su trabajo es mostrado con todo lujo de detalles. Primero extorsionando a la única persona que no queda encerrada en su camarote y después, encerrando al resto en sus dependencias respectivas. El rostro de Kaylee lloriqueando, viéndose sometida a una violación alimenta el miedo hacia la figura del cazarrecompensas que lo utiliza para reducirla, simplemente dejándola atada. Lo ridículo de la propuesta se va retroalimentando de incongruencias. Jubal deja a Kaylee atada, pensando que quizás no vaya a desatarse ella sola, menospreciando la valentía de su víctima. Más tarde comprobaremos que el desnudar es mucho más fácil si tienes a un alma cerca. Y es que River en los minutos finales, funcionará como un ser espiritual en cada uno de los integrantes de la tripulación. Hablándoles por el intercomunicador de la nave de Jubal, como si fuese una voz interior de los mismos. El personaje de River es uno especial, quizás trasunto de su creador, que está o se piensa que está por encima del bien y del mal, pero otorgándole una cierta característica divina omnipotente no le va a salvar del ridículo.





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