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miércoles, 18 de septiembre de 2013

PERCEPCIÓN CATÓDICA. FUEGOS ARTIFICIALES.

Los fuegos artificiales son bonitos de ver desde una cierta distancia. Son explosiones pirotécnicas controladas que tienen que estar sujetas a una serie de limitaciones para poder disfrutar de su ilimitada espectacularidad. A veces, y como hemos presenciado por desgracia en algunas ocasiones, esos limes son rebasados, esas protecciones no son suficiente y al final del entretenimiento o justamente al comienzo o sobre la mitad del mismo, se produce un accidente y hay víctimas mortales en el peor de los casos. Bien, tanto en Warehouse 13 como en Firefly hay explosiones y fuegos pirotécnicos, ¿habrá alguna baja al contemplarlos?


En Burnout los agentes secretos encuentran un cadáver en un sótano. La historia se encontraba oculta hasta que Pete y Mika desentierran un esqueleto que pertenece a otro agente del Warehouse 13.
La mecha se ha encendido. A partir de este momento la trama se vuelve a bifurcar intentando resolver el misterio de la propia historia pero también, desentrañando los misterios que oculta el enigmático almacén 13. La mecha empieza a consumirse rápidamente. La investigación se divide en dos; por un lado la pareja de agentes y por el otro Artie y Claudia, intentando saber de qué agente se trata. Ya lo he dejado escrito en más de alguna ocasión, el problema de dividir la acción puede perjudicar a la propia investigación, ladeándose la balanza del entretenimiento hacia un lado u hacia otro. En este caso, se muestra salomónicamente imparcial, dejándonos en auténticos Cliffhangers cada vez que se trasvasa la pesquisa de un sitio a otro.
La chispeante llama está a punto de llegar a su final. La búsqueda del origen del antiguo agente entroncará con la presentación de un nuevo artefacto, la espina sarracena. Una especie de bicho que se instala en la columna vertebral del sujeto transformándolo en una máquina de matar. Todas las víctimas de este artefacto tarde o temprano mueren calcinadas por descargas electromagnéticas.


La mecha llega a explosionar. Y Pete sabrá lo que es el suplicio de tener al bicho en su columna. En el último tercio del show tendrán que resolver cómo desprenderse del bicho sin hacer daño al agente especial. Ese elemento dramático, la pérdida de un personaje querido por la audiencia pero también por su compañera, no será el único fuego que veamos. Al final, Mika se queda pensativa después de lo que le ha dicho la antigua compañera del agente secreto que murió calcinado, le advierte de que se vaya del almacén 13 cuanto antes. Un escalofrío recorre el rostro de Mika. Algo le dice que quizás no se encuentre en el sitio adecuado, que quizás no esté haciendo las cosas correctamente y ante esta dicotomía, solo puede haber dos caminos posibles: seguir siendo un agente secreto, como si nada hubiese pasado o empezar a investigar por cuenta propia qué es lo que de verdad esconde el extraño lugar. La duda está sembrada en su conciencia, alumbrada por un efecto narrativo que la deja suspendida. Puede que a partir de ahora empiece a sobresalir a la superficie los efectos de esos fuegos artificiales, sus tramas ocultas, sus verdaderos intereses.


La cuna del artificio. Unos hombres jugando al billar cuyas bolas desaparecen a cada momento. Un cartel anuncia el problema. Son bolas holográficas y quizás debido a la cobertura, desaparecen por segundos. Inara, espectadora, mira el juego y dice que es muy divertido frente a los desolados y cabreados Mal y Jayne, jugadores. Desde el principio las coordenadas quedan establecidas. Atrás dejamos la enrevesada trama anterior (Out of Gas) para claudicar ante el orden más férreo de un guion clásico pero es uno que cuestiona desde el minuto uno el artificio del juego, a través de la estructura alternante de dos puntos de vista; por un lado el del ser pasivo, el que contempla y por otro del activo, el que juega. Hemos sido testigo de cómo funciona Joss Wheddon o cómo estructura su trabajo, asistiendo a la contemplación de una construcción imaginaria inconsciente al principio (una simple partida de billar) para desembocar en una consciente (la presencia del género fantástico en el relato, las bolas de la partida son imaginarias).
El baile en Persephone también es otro artificio. Uno pomposamente construido sobre el vacío. Descubrir la vacuidad de lo creado puede resultar descorazonador pero para una serie tan pragmática como ésta, el capítulo Shindig no se anda por las ramas. Su historia es la que es y ante nosotros pasaran una serie de momentos, secuencias que empujaran la trama hasta el desenlace final, el duelo a espada que también se mostrara como herramienta disfuncional.


El intento de fuga de Mal por parte de los integrantes de la Serenity acabará en nada. Todo es arrastrado a ese duelo hierático en tensión. Quizás a lo mejor la opción duelistica no era lo buscado por el creador del show y sus showrunners. Puede que su verdadero objetivo fuese otro tipo de duelo. No uno físico sino uno que acontece en el mundo sensible. La historia(s) encapsulada(s) en Firefly habla(n) de muchas cosa(s) pero existen temas que se van repitiendo en cada episodio, entre ellos, destacaría la relación o interrelación de los personajes. Se podría esquematizar, dividiéndola en parejas y la formada por Mal e Inara ejecuta un binomio abstracto de atracción y repulsión inmaculado. Existe algo entre los dos que comparten y que nos lo van rebelando a cada capítulo. Esto se traduce en miradas, en posicionamientos y en actitudes. Pues bien, aquí podemos ver que algo de eso se hace realidad delante del espectador. Una lucha sensible por el personaje de Inara o más bien por su condición de persona. El duelo será uno de honor, para dictaminar si la acompañante se queda en Persephone o se marcha con la Serenity. Algo activa al capitán Mal para defenderla, ¿será amor? ¿Cariño tal vez? En cualquier caso, son partes de un todo que corresponde al artificio o mejor dicho a un gran fuego artificial gestado en el gran salón de una villa terrateniente, y que el humo de las explosiones no deja contemplar con toda la nitidez posible si estamos ante una historia de amor o un engaño de la misma. A veces no es bueno ver los fuegos tan cerca, pueden cegarte las ascuas expulsadas.


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