Buscar este blog

miércoles, 29 de mayo de 2013

HOJA APERGAMINADA. (VII). CÍRCULOS


El periplo llega a su destino final, El Dedo del Cielo pero hasta conquistar su cumbre y encontrar al mítico pájaro del tiempo, Bragón, Pelisse, el caballero desconocido y Balrog tendrán que atravesar  las ruinas de una antigua civilización y dominio del ser más peligroso de Akbar, el Rige. Desde la primera plancha del álbum, la frondosidad nos da la bienvenida, en profundo contraste con el árido paisaje del Templo del Olvido. (Hoja Apergaminada. IV. Homenaje al detalle). Las lianas de los árboles milenarios copan la primera viñeta mientras vemos como el sol intenta adueñarse de cada rincón, lanzando sus rayos que intentando filtrarse sobre los restos de una ciudad comida por la naturaleza, persiguen perdurar eternamente entre la espesura esmeralda. La pormenorizada descripción a la que nos tienen acostumbrados Le Tendre y Loisel es abrumadora y significativa del objetivo de la pareja creativa. El paisaje se nos rebela depositario de la intriga del relato, configurándose una narración circular en torno al destino y a la trasmisión del aprendizaje cuando, al finalizar la historia se ubique en el mismo lugar. El duelo final en las paredes derruidas de un templo, nos recuerda que en la serie todo parece girar alrededor de los lugares sagrados, verdaderos centros transmisores de Akbar donde la mitología se da la mano con la religión con el único fin de construir la leyenda.
Lógicamente, La Búsqueda del Pájaro del Tiempo funciona bajo diferentes niveles de entendimiento, y el acercamiento metanarrativo puede dejar paso, perfectamente, al entretenimiento convirtiendo la historia en una crónica del cazador cazado o generando un canto a la supervivencia. Esa es una de las razones del éxito de la obra. Cada lector puede acercarse a la aventura desde diferentes prismas con el objetivo de entretenerse como quiera. Es un logro al que muy pocos pueden llegar. Veámoslo. La veda se abre para el Rige y la caza comienza desde el momento en que se nos presenta. Sus atributos nos saludan, aparece estático como si formase parte del muro frontal del templo y su hacha alzada, preparado para la embestida del ceporro. Es un profesional, parece querer decirnos los autores, y nos lo dibuja diciendo una frase lapidaria hacia el lector: "La de morir peleando."
La profesión de aquel que jura hacer lo que ha prometido, sea matar a otro ser vivo o desafiar a un extraño buscando la perfección en el combate. Otra manera de representar la figura geométrica, asignándola al objetivo final de una vida, emparentándolo con la idea de destino construyendo otro círculo perfecto. Aquel que fue su discípulo más aventajado, será el elegido para el combate final. Es un choque cultural y generacional que los autores nos regalan creando uno de esos momentos emocionalmente frío, cálidamente inerte representado sobre la disposición de la viñetas en relación con ellas mismas y con la propia plancha. El duelo es un cruce de hachas y de astucia que acaba con tres viñetas. La situación del Rige, rozando la representación kabuki del guerrero (la efigie oriental del samurai) alzando su hacha frente a la del caído Bragón (reforzando su condición occidental de misericordia) y entre ambas el rostro desencajado de Pelisse observando que puede perder no solo a su guía sino a su padre. Por supuesto que no desvelaré el resultado del combate pero es digno de verlo y observarlo. Es en esos instantes donde los genios hacen acto de presencia desbordando la página con su creatividad a prueba de monedas o balas, demostrando su valía.
Nos obstante, regresando a la figura, aquí paradigmática casi endiosada, del círculo. Otro más. El Balrog, ese mercenario que persigue a nuestros héroes (Hoja Apergaminada II. La indeterminación como narración visual y gramatical) acabara integrándose en el grupo, reforzándolo para su batalla frente al Rige. La relación entre éste y Bragón, que se nos cuenta en el segundo ciclo de las aventuras, es también una forma de clausurar una especie de circunferencia entre el maestro y el alumno. De ahí que la traducción castellana del título del cómic, revele uno de los temas capitales de serie: la enseñanza como eje transmisor que llegará a representarse mucho mejor en el cuarto capítulo, metamorfoseándose en didáctica cuando el relato se convierte en cuento. Cuando los hechos narrados hasta ahora se cuestionen desde el eje narrativo, pero no nos adelantemos. Al final del álbum, el Balrog caminará junto al grupo, pasando de perseguidor a acompañante, cerrándose un círculo, en el mismo emplazamiento del principio, que nos vaticina constantemente momentos del pasado, conectándolo con elementos del otro ciclo narrativo (como por ejemplo la presencia de los Huevos de Panjo en el segundo capítulo o una Poda roja en el tercero). Todo está envuelto en una consistente sensación de circularidad temática que abastece al presente y al pasado de la historia. La conclusión del cómic se cierra sobre una viñeta que difiere en tamaño a la primera, pero que ejecuta sutilmente el eco de otro círculo, el de la vida. Los restos del ceporro alimentaran a la fauna del lugar, lo muerto se transforma en alimento para lo vivo y los huesos en abono para la madre tierra. Y hablando de progenitoras, existe un pequeño interludio entre la cacería de este tomo, que nos traslada a la región de los Velos de Espuma, donde Mara sigue misteriosamente en trance comunicándose con el Libro Mágico de los Dioses. Su consejero Galhoum empieza a dudar de que algo la está transformando. Este momento me trae recuerdos del segundo capítulo, aquel donde se empezaba a cuestionar la misión de Mara, inoculándola el virus de la duda. Otro momento de comunicación circular entre pasado y presente narrativo, abriéndose el telón para el enigma. ¿Qué pasará en El Huevo de las Tinieblas?






No hay comentarios:

Publicar un comentario