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martes, 26 de marzo de 2013

PERCEPCIÓN CATÓDICA. DE CIERTAS APORÍAS.

¿Otra Space Opera en televisión? Sí. ¿Otra vez un grupo de perdedores? Sí. ¿Otra vez naves volando de un sitio a otro? Sí, pero hay algo en Firefly que la diferencia del resto. ¡Prepárense para volar con la Serenity y su tripulación!


Capítulo 1. Serenity. (Piloto).                                                                                           
Su disonancia descansa en su aproximación al género, que en mi modesta opinión lo hace evolucionar hacia otros derroteros, hermanándolo con otros géneros y utilizando una estética muy particular (los zoom agresivos y las rectificaciones de cámara por citar algunos) sin dejar de lado la focalización de los actantes, cuestionada también (lo que parecen y lo que son, “realmente”). Es una forma de aplicar ciertos preceptos estéticos y formales para después subvertirlos, por lo tanto nos encontramos con algo nuevo en la ficción catódica creado por Joss Whedon, o fue algo novedoso cuando se estrenó allá por 2002. Veamos.                                                                                                                            
La cámara espasmódica no es una cosa nueva en la ficción televisiva, los desenfoques y movimientos de zoom muy en boga en los años setenta en las salas de cine tampoco nos tendría que sorprender, pero es en el contexto donde se producen estos elementos estéticos donde adquieren su rareza, apoyándose en la forma para impulsar el contenido. Esta herencia formal pretérita solo responde a una inquietud, la deslocalización del punto de vista pergeñado por una hipotética búsqueda de lo verosímil, en un escenario totalmente construido. Introducir elementos que desestabilicen la percepción del espectador en el interior del proceso narrativo dinamitando el género, la Ciencia Ficción, con supuestos retazos realistas a lo “cinema verité”. Y es aquí donde nos topamos con la aporía y aquí es donde  reside la novedad. En el contenido de la propuesta se presenta la opción inviable. El proceso deconstructivo es imposible (tanto que su resultado final fue la cancelación del propio show, aunque si es cierto que generó una película, gracias a la legión de fans que produjo). El propio límite del género es cuestionado, casi al final del episodio, no sabiendo muy bien si estamos viendo una serie de vaqueros o del espacio. Esta abstracción genérica es representada, impolutamente al final de los títulos de crédito donde aparece una manada de caballos corriendo y, repentinamente encima de sus crines, la Serenity. ¡Qué arrogancia visual!


Los muros que encierran un género se van destruyendo a medida que la acción va desatándose de sus propias ataduras para ligarlas a otros géneros como es el Western, que curiosamente es la mítica que utilizaron los pioneros norteamericanos para contar/crear su historia, enalteciéndola en la mayoría de los casos o encubriéndola en unos pocos. Y de eso va también la serie, porque lo que quiere contar el señor Whedon es la historia de su país pero con otro enfoque, cambiando el escenario, apoyándose en un género para trasvasarlo a otro, y de vez en cuando, experimentar formalmente la oportunidad de hacerlo. La utilización del espacio es fundamental en el Western y la aplicación de este axioma (lo contrario de la aporía) está representado en infinidad de planos, pero existe una secuencia que aglutina su potencialidad; es aquella donde disparan a Kaylee (Jewel Staite). La secuencia empieza desmembrada en planos medios (posicionamiento físico de los cuerpos), forzando la aparición de primeros planos (intensificación de sus intenciones). El encuentro es entre Mal y Dr. Simon (Sean Maher) amenazados por un espía de la Alianza y la aparición fantasmal de Shepherd Book (Ron Glass), pero la  aparición de Kaylee inclina la balanza de la tensión hacia su explosión, representada por un disparo. En el momento que es disparada la mecánica de la Serenity, se da la bienvenida al plano general para presentar al resto de los personajes, que se irán filtrando. Jayne (Adam Baldwin) lo hará por la compuerta principal, dirigiéndose hacia el supuesto homicida, mientras que Zoë y Wash lo harán por la escalera metálica de la zona de carga. El plano general alimentado por la acción, el movimiento de los actantes, potenciando su épica o su vulgaridad siendo desarrollado. Pero existen otros momentos que nos avisan de que no estamos compartiendo la ortodoxia de las producciones típicas del género. Son aquellos que electrocutan el ritmo narrativo para dejarnos literalmente conectados, sin saber cómo reaccionar, o reaccionando de la única manera posible, engancharnos a la acción. El baño de la prostituta, psicóloga Inara (Morena Baccarin) con pequeños planos que se congelan en el tiempo, a medida que va pasando su chorreante esponja por su cuerpo; una auténtica “set piece” de una belleza setentera a lo David Hamilton (Bilitis, 1977). Nada más empezar existe una secuencia entre Wash, el piloto (Alan Tudyk), y Zoë, la lugarteniente de la Serenity, quedándose  solos. Empiezan siguiéndose mutuamente, como si sus encéfalos generasen endorfinas que les propulsasen a descubrimos el interior de la Mula volante y lo típico sería que al final acabasen enrollados en algún  beso y abrazo retorcido, pero lo que vemos es, cuanto menos, enigmático. Justo cuando se introducen en el puente de mando, la cámara se queda atrás, encuadrándoles entre los límites de la compuerta. Los vemos de lejos y sus carantoñas y roces son lejanos, pero lentamente la cámara se aproxima, rompiendo esa intimidad de pareja que comparten, como si la cámara, el punto de vista o el espectador, violentase el momento. O cuando un desenfoque puede representar perfectamente un orgasmo, la serie está plagada de estos momentos que electrifican el camino de la narración, cuestionándola. Pero no hay que olvidarse de los actantes, ya que es una historia contada desde el punto de vista de aquellos que perdieron, otra aporía; se suele decir que la historia es contada por los vencedores, pues aquí eso no se produce. El capitán Mal (Nathan Fillion) representa una forma de perdedor, aquel que apostó por unos ideales (besa una cruz, por lo tanto es un hombre de fe, corre y dispara, es un hombre de acción, al principio) y los perdió (en un único plano, donde se queda paralizado, sin pestañear siendo testigo de la explosión de todo su escuadrón).


Es la pérdida del compromiso (el prólogo del show) y de la posterior recuperación del mismo (la serie propiamente dicha). Se podría decir  desde la construcción del personaje, que es el prototipo genérico que habita en el género, una extraña mezcolanza entre el Han Solo y Luke Skywalker de Star Wars. Comparte el carismático encanto gamberro del primero y la inocencia de luchar por lo que uno cree del segundo. Pero a nivel narrativo es un renegado, un Browncoat. Y es que en el nuevo mundo no es todo tan brillante como nos lo quiere hacer creer la poderosísima Alianza. El universo de Firefly, es uno muy real, no tan idealista como el de Star Treck, ni tan maravilloso como el de Farscape, por citar shows emblemáticos de siempre y de hace poco. Pero, ¿quiénes son estos Browncoats? El episodio piloto tratará de responder a esta pregunta, posicionándolos, como hemos dicho, primeramente con su pasado y después desarrollando sus caminos. Al principio parecen no tener nada en común unos con otros, pero unidos podrán hacer frente a los muchos problemas que se les avecina (como la amenaza Reaver por ejemplo). Algunos más independientes, otros compañeros hasta la muerte. El color de sus uniformes marrones denota el simbolismo de la causa pérdida, de otra forma de pensar diferente pero el creador del show no quiere aburrirnos con soflamas y en seguida pasa a la acción. Ante el espectador se encuentra el capitán Mel y su tripulación ejerciendo su labor, merodeando los restos de chatarra estelar para poder sobrevivir. Cuando obtenga un preciado botín y acojan a unos extraños tripulantes en la Serenity, sus aventuras no abran hecho más que empezar y nosotros esteremos atentos para seguirlas porque prometen. ¿Qué es lo que promete? El capítulo Cero nos le deja bien claro. Personajes complejos, rellenados de su pasado que los enturbia en sus decisiones del presente. Nathan Fillion expresó en el comentario de la edición en Dvd de la serie, mientras hablaba con Joss Whedon, que los tripulantes de la Serenity bien podían ser las diferentes personalidades de su capitán; frente a su pesimismo se encuentra el optimismo de Kaylee. Su irascible comportamiento, hermanándolo con el de Joyle, su némesis oscura, frente a la mesura de Inara. Podría ser una teoría. Pero es que además hay acción trepidante envuelta en un envoltorio inusual para el género. Y todo un mundo por explorar. Preparémonos. Solos no podemos hacer nada, juntos todo. ¿Quieres ser un Browncoat?



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